Me salva el zureo acostumbrado de las horas
donde todo parece aquietarse,
deshacerse en hojas secas,
los cerezos de la tarde casi nieve
las sierras,
aquéllos besos mezclados de las copas,
y esta ausencia que crece
domadándola,
como un arrullo en el pecho.
Sierra de la Ventana
Julio de 2011