lunes, 29 de agosto de 2011
EL RÍO DE CASIMIRA
Escoltar el Río entre las trenzas
como una misión de la sangre.
Un testamento que renueva los cauces.
El tiempo tatuado en las manos gastadas,
en la piel oscura.
El Río león celebra bajo el sol de la tarde,
la profundidad en un abrazo de orillas.
Una madre charrúa entre las venas.
Trenzadas cabelleras, renegridas,
interminables,
que todo lo sostuvieron
siempre
como enlazadoras de mundos
de hijos, de razas y virtudes.
Como el Río que duerme su caudal de tiempos,
duerme agua,
duerme madre charrúa.
Abril de 2010-
Montevideo
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¡Qué bellezón tatuado de fiera tierra amante inconclusa de ancestros angélicos!
ResponderEliminarMe ha encantado.
Aunque este breve comentario no esté a la altura de estos dolorosos, bellísimos versos, querida poeta y mejor amiga, por defecto de la comentarista.
Escribes como los dioses.
Que Dios se haga eco de tus versos, te bendiga y bendiga tu pluma, más todavía.
Besos.